Que razón tenía Rubén Blades cuando nos cantaba en su mítico Pedro Navaja, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Poco nos imaginábamos tres meses atrás que la llegada de dos perfectos desconocidos a nuestra bodega, hoy viernes 12 de junio, iba a suponer la marcha de Helene y Luigi, dos miembros más de la pequeña familia de Vinya els Vilars.
Una de las mejores cosas de la vida es que cada día puedes vivir una nueva historia y esta nace con la llegada a Arbeca, a Vinya els Vilars, que también tiene suyo, de dos enoturistas de tierras lejanas, de la Isla de Man, allá, en la “Pérfida Albión”. “Aterrizaron” con su casa rodante en nuestra área de autocaravanas, como tantos otros los han hecho a lo largo de estos años, con la intención de pasar un par de días y conocer nuestras tierras, nuestros vinos, pero la casualidad o el destino, siempre el destino, hizo que su llegada se produjera un día antes del inicio del confinamiento a causa del Covid-19, impidiendo vuestra marcha y convirtiendo a nuestro parquing en su vuestro nuevo e inusitado hogar; y ya se sabe, si hay hogar hay cariño, y si hay estima se establecen vinculos y se hace «familia».
Poco a poco, estos tres meses de confinamiento conjunto, de compartir experiencias, alegrías, emociones y sentimientos contradictorios han sido el fundamento sobre el cual se ha forjado una fuerte y sincera amistad. Unos lazos que han provocado que hoy, cuando ya podéis iniciar, como el Hijo Pródigo, el retorno a vuestro hogar, sintamos que con vuestra partida se van dos miembros de nuestra familia.
Contentos por vuestro inminente reencuentro con vuestros seres queridos, pero tristes por el vacío que las personas estimadas dejan cuando marchan. Seguro que nuestros caminos se volverán a juntar, pero no por ello dejan de invadirnos estos sentimientos contradictorios de alegría y tristeza.
Helena, Luigi, hemos vivido, compartido unos días intensos y, a pesar de las dificultades, esta experiencia marcará, en buena medida nuestras vidas. Con vosotros os lleváis un poquito de estas tierras, de nosotros…, pero como persona entrañables y generosas que sois nos dejáis tantas y tantas cosas, vuestra alegría, compañía, experiencias y vivencias, anécdotas… Incansables viajeros, gracias por poner color a estos días tan grises.
“Yo no viajo para llegar, sino por ir. Por el hecho de viajar, la cuestión es moverse”, celebre frase de Robert Louis Stevenson, autor de la Isla del Tesoro, entre otras grandes novelas. Gracias a esta, vuestra gran pasión, se ha forjado una amistad que perdurará para siempre. No dejéis de viajar y brindar a otros afortunados la oportunidad de compartir tiempo y viaje con vosotros.
Esto no es un adiós, más bien un hasta luego. En vuestro viaje vital seguro que nuestros pasos nos llevarán a un cruce donde volver a compartir unos momentos de sincera amistad antes de proseguir con nuestro camino. Sólo quien camina deja huella.